Lo primero que voy a decir es que un mes no es tiempo suficiente para recuperarse 100% de una maratón de montaña exigente y estar listo para una paliza multietapa como es el Raid Columbia. También voy a decir que 5 dias no son suficientes para probar empanadas salteñas de todos los restaurants que se jactan de tener las mejores. En estas condiciones, Sol y yo estamos listos para ¡Una nueva locura!
Bien temprano tomamos el transfer desde Plaza Güemes hasta la estación Chorrillos. Llegamos aproximadamente media hora antes de la primera largada, caballeros hasta 40 años, mi categoría. Luego cada 10 minutos, largarían por categorías el resto de los corredores. Sol larga aproximadamente 40 minutos después, en el grupo de damas hasta 40 años.
Esta primera etapa se desarrolla siguiendo el recorrido del Tren a Las Nubes, corriendo por las vías y algunas desviaciones. Si bien la altimetría muestra un descenso casi continuo, es un recorrido principalmente llano y veloz, solo hay que tener cuidado con las piedras y algunos durmientes que no están bien enterrados.
Durante el recorrido hay muchos puentes donde se recomienda pasar caminando, ya que errarle al durmiente significa que el pie pase de largo y terminar con un doloroso golpe como mínimo, entre madera y madera no hay nada. Sin dudar, tomé casi todos los “by passes” que además de ahorrarme un mal momento en las vías, me divertía mucho más.
Alrededor del kilómetro 6, salimos del camino de vías y tomamos una divertida bajada hasta lo que creo es el cauce seco del río que forma la quebrada, hasta llegar a un camino vehicular. A la izquierda, las vías estan cada vez mas altas y se ven puentes estrechos que serían muy peligrosos cruzarlos a pie.
Llegamos al kilómetro 10, donde Tagle estaba ayudando a distribuir a los corredores a través de 3 líneas para volver a las vías, 50 metros arriba nuestro. Las líneas 1 y 2 son las mas cortas y empinadas, hay que subir utilizando una cuerda, como rapel, pero hacia arriba. La línea 3 es la menos empinada pero de recorrido mas largo y “zigzagueante”, requiere usar las manos en algunos sectores.
Finalizada la subida, estamos en la entrada de uno de los túneles del recorrido. Algunos aventureros se mandan a oscuras, otros vamos equipados con linternas. ¡NO SE VE NADA SIN LINTERNAS! Al salir del tunel, de aproximadamente 300 metros… creo, 3 músicos caracterizados con disfraces de carnaval tocaban instrumentos, dándole un toque de color y sorpresa al recorrido.
Desde el tunel, se sigue por vias hasta llegar al Puente del Toro, 500 metros de largo, no creo que llegue a 3 metros de ancho y puesto a 30 metros del piso. Por las condiciones climáticas de los días previos, la organización considero que era peligroso cruzarlo, por lo que se modificó el recorrido siguiendo un camino de cornisa bastante anchos con muchas piedras en algunos sectores. Aproximádamente 2 kms después, bajamos al cauce seco y cruzamos un río angosto (supongo que en la época de lluvia debe crecer mucho) por un puentecito de madera puesto para la ocasión.
El último tercio de la carrera, me encuentra sin resto para seguir corriendo (estos llanos largos me matan) me guardo un trote para la foto de la llegada y sigo caminando rápido. Voy escuchando conversaciones y discusiones entre los equipos, mas que nada los mixtos que además son pareja, algunos deciden separarse al llegar a la meta.
Finalmente, tras 4hs, casi 27kms llegamos al campamento de Campo Quijano, donde nos esperaban empanadas, asado y comidas a montón. Sol llego 40 minutos después, haciendo un tiempo de 3hs 58 mins. A las 16:00 volvimos a Salta, a preparar el equipaje, la mochila del dia 2 y recargar carbohidratos, mañana se viene la etapa que estaba esperando.
Salimos muy temprano desde la capital de Salta hasta Tumbaya, Jujuy. Hoy la largada es nuevamente por grupos, pero agrupados por los tiempos del día anterior. Claramente, con 4hs el día anterior, nos tocó el último grupo… el “Sin Color”, que opuesto a la poca onda del nombre, es el que más onda le puso en todo el recorrido.
Largamos. Hace mucho calor, Tumbaya ya está por encima de las nubes, por lo que el cielo esta despejado y el sol pega fuerte. Salimos por la calle principal, doblamos a la derecha y entramos a un camino de, algo que parece arena gruesa y floja. Intento adelantarme un poco en el grupo, en el kilómetro 3 viene el primer cerro y no quiero quedarme bloqueado en el grupo mas lento.
Llegando al pie del sendero, levanto la vista y veo la fila de corredores subiendo en zigzags y me brillan los ojos. Esto me encanta. En contraparte, los corredores que vienen de principalmente carreras de calle se encuentran intimidados. Para varios es el primer sendero que van a recorrer y para muchos mas, el desnivel continuo mas grande que han visto, por lo que pude escuchar.
El sendero es angosto, pero sin dificultades técnicas, subimos despacio pero fluido. 5 metros mas arriba, alguién llama a Bety, nadie responde. Todos llamamos a Bety ¡Y la encontramos 10 metros mas abajo! ¡Que lindo son los reencuentros! Así son las subidas en grupo, chistes y risas.
Una larga bajada y una suave subida, un falso llano, nos llevan hasta el puesto de hidratación con carpa del servicio médico. Sol me alcanza y seguimos juntos unos minutos. El cansancio del día previo, sumado al calor y el desnivel, ya se cobra víctimas. Paré a descansar 10 minutos, Sol siguió camino. Sentía algo similar a un “principio de golpe de calor”. Cambié el agua con pastillas isotónicas por agua con sales de rehidratación de farmacia. Lo que se viene es bravo.
Se escuchan gritos de sorpresa. Se ven corredores que se sientan frustrados sobre alguna piedra. Enfrente nuestro arranca la subida al segundo cerro, 600 metros de subida en 4kms. Sobre el cerro, se ven 7 líneas de corredores faldeando el macizo hasta perderlos de vista en una cornisa de piedra, lejos, arriba a la derecha.
Subo despacio, también estoy cansado, sobre el final de la primera línea, vuelvo a encontrarme con Sol y desde allí seguimos juntos. Subiendo despacio y descansando un minuto en cada giro, llegamos a la bandera de los pueblos originarios que indica el final del ascenso, no es la cumbre del cerro, pero es el punto mas alto que toca el recorrido.
Bajamos rápido, trotando y aprovechando al máximo el impulso de la bajada. Vamos pasando corredores y el ánimo esta a tope otra vez, en algun lugar ahí adelante, está Purmamarca y ese rico shake de chocolate. Aparecen corredores esperando a sus amigos, nos animan y nos dicen que faltan 300 metros.
Una pequeña subida, un giro y asi de golpe empieza la urbanización, una cuadra hacia abajo, giramos a la izquierda y aparece el arco de llegada.
Fueron 5 horas 10 minutos de exigentes 22kms luchando contra la mente para sobreponerse al cansancio. A estirar y descansar, se viene la última etapa.
Desde Purmamarca nos movemos hasta Salinas Grandes, por el camino de la Cuesta del Lipan. La salina es un interminable mar de sal, llana y compacta. Nos esperan 10 kms rápidos, la única dificultad es el cansancio y algunas ampollas en los pies. Por suerte la altura no nos resulta un problema.
Largamos todos juntos a lo ancho, 1600 corredores en 3 filas nada mas. Una escena espectacular para el drone que nos filma seguramente. Trotamos para la foto, pero hoy la estrategia es otra, caminar duro y parejo hasta el final. Sol marca el paso y yo la sigo.
A partir del kilómetro 3, se comenzó a ver el efecto de la altura en los corredores que teníamos delante. Empezamos a pasar corredores a paso firme, no solo a los que empezaron a caminar cansados, también a varios que seguían corriendo.
Respirando profundo y manteniendo un paso fuerte, cerramos los 10kms en la salina en 1 hora 37 minutos. Volvemos a Salta, con una gran medalla al cuello y el orgullo de un enorme trabajo bien hecho. Hoy se festeja.
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